Edulcorando conflictos.
¿Alguien conoce casos de bullying? Por desgracia seguro que sí. Aunque antes no lo llamaban acoso escolar; lo describían como «cosas de niños». Algo ocurre cuando te conviertes en adulto, que decidimos edulcorar los conflictos entre menores. Pongamos un ejemplo más visual. Si un adulto educa en el miedo a otro adulto es un claro caso de acoso psicológico, si un adulto le tira del pelo a otro adulto es un claro caso de agresión física. Sin embargo, cuando un niño le tira del pelo a otro niño o lo insulta, le damos carpetazo diciendo que es «cosa de críos».
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No son cosas de niños.
Cada vez, saltan más noticias a los medios de comunicación de esas «cosas de niños». El lado oscuro de los espacios educativos. Un problema que dejamos pasar porque a fin de cuentas, es un lugar de tránsito obligado al que no volverás, dejando atrás todos esos problemas.
Si eres el acosado no encontrarás ayuda y refugio. Y si eres el agresor, tampoco hay soluciones para ti.
Lo que podía haber sido un conflicto puntual, se convierte en reiterado y te conviertes en un acosador. Tampoco hay soluciones para los profesores, que hartos de esta situación, ponen de manifiesto que no son «cosa de niños». La falta de control que hay en las aulas insisten sobre todo en la falta de respeto.
¿Es justa esta situación que viven en colegios e institutos? ¿Por qué no nos importa que los colegios e institutos sean un lugar de abandono y sufrimiento? Y la pregunta más importante ¿Quedan realmente atrás todos esos conflictos?
Responsabilidad.
Y así, padres, alumnos y profesores están avocados a compartir juntos experiencias desagradables donde solo vale una ley: sobrevivir. Literalmente. Porque por desgracia, ya se conocen casos de suicidios, intentos de asesinato y bajas por depresión de profesores y alumnos. La polémica enciende el debate y pone de manifiesto la posición de los afectados ante este conflicto: los padres culpan a los profesores por su falta de profesionalidad, los profesores culpan al Gobierno porque no les dan más autoridad y el Gobierno insiste en que la educación corresponde a los padres.
¿No será que la educación es responsabilidad de toda la sociedad y que el problema está en la falta de proactividad? Es como ver una partida de ajedrez pero al revés, las piezas dan pasos hacia la casilla de salida para meterse en un cajón a la espera de que el jugador se olvide de la partida. Y aunque los medios de comunicación y personajes públicos se vuelcan en campañas contra el acoso escolar, terminan siendo mensajes en botellas lanzadas al mar que no llegan a quien tiene que escucharlos.
Escuchar con actitud.
De nada sirve pasarnos los días clamando al cielo que la educación en nuestro país se ha perdido y no hacer nada. Al igual que, de poco vale, presentarse como el jefe final de la educación con la solución definitiva que nos llevará a la gloria y no haber contado para ello con los profesores, padres y alumnos (si, alumnos sobre todo), para renovar una institución que se ha quedado totalmente obsoleta con una solución muy intelectual pero muy hueca también.
Espero algún día, poder ser madre, y escribir en este blog diciendo que llevar a mi hijo a la escuela no me provoca el temor, la inseguridad y la pena que sentiría si tuviese que llevarlo ahora. Percibo un abandono total y absoluto de toda la sociedad por este problema y, mientras esto ocurre, yo me pregunto ¿quién está educando a nuestros hijos?