La era de la escritura.
Mi abuela materna -con quien tuve la suerte de crecer a su lado hasta el día de su muerte- era una mujer muy inteligente, con muchísima curiosidad por la cultura y una memoria de lujo. Vivía en una aldeíña galega, de difícil acceso y alejada de grandes núcleos urbanos. Hasta los 8 o 9 años fue a la escuela de su pueblo gracias al interés de su madre pero tuvo que dejar la escuela para dedicarse a coidar a vacas. Eran tiempos malos para ser leído en los pueblos. Hoy en día, cuesta pensar que algo así pueda ocurrir en nuestro país pero nunca se sabe. Por eso, debemos seguir en guardia y evitar por todos los medios que nadie se quede sin acceso a la educación. Mi abuela, pese a sus carencias para escribir (casi no sabía), no tenía faltas de ortografía -o no tantas como cabría esperar de una persona sin acceso a la educación escolar. Por eso cuesta entender la era de las faltas ortografía y gramática que estamos viviendo en un momento en el que todos escribimos más que nunca.
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El reflejo en las redes sociales.
Mi abuela era una persona a la que le gustaba hacer bien las cosas, aprender a utilizar las nuevas tecnologías y cuidar con mimo cada pertenencia. Podría decir lo mismo de mi abuela paterna, quien todavía derrocha conocimientos médicos. Estoy segura de que ese sería su camino si la vida le hubiese brindado el peaje en la dirección deseada. Entremos ahora en las redes sociales. Naveguemos por el mar de comentarios y opiniones. Acabamos de cruzar el golfo de las faltas de ortografía y gramática.
Sin embargo, no hablo de los errores yo podré tener en este artículo. Me refiero a cometer en una sola frase u oración todas erratas posibles. Incluso algunas que jamás se me hubiesen ocurrido si tuviese que escribir mal a propósito. Para ser justos, no es algo que pase lejos de mi entorno. Lo que estoy escribiendo está lleno de autocrítica y no me gusta que algo así ocurra. Por eso hay que preguntarse: ¿qué nos está pasando?, ¿cada vez hay más gente que escribe mal?, ¿siempre ha sido así y ahora es más evidente?
La inmediatez.
Al igual que en la lectura, Internet, a través de sus redes sociales y gestores de contenido, ha dado un vuelco al acceso a herramientas de escritura y publicación. En los últimos años, los artículos de opinión, críticas y análisis afloran por doquier. Todo, de forma inmediata. Inmediatez: un arma de doble filo. Lo que antes solo podía hacer un profesional del periodismo bajo rigurosa revisión, hoy lo hacen periodistas y cualquier persona que tenga un dispositivo, acceso a Internet y ganas de escribir. La rigurosa revisión se ha sacrificado en pro de la inmediatez. El contenido de la noticia importa tanto como el tiempo en que es publicada.
Regla número cero: yo lo escribí primero.
Si no es así, el tiempo pasa por la noticia, baja su interés y se convierte en rancio. Caduco. Pero no hablo de un mes, ni de semanas, ni de días, sino de horas e incluso de minutos. Cada día nacen y mueren cientos de Trending Topics. Y tu, mientras, corrigiendo faltas de ortografía ¿A quien se le ocurre?
El español.
Por otra parte, deberíamos tener en cuenta la cantidad de países en los que se habla español. Entre ellos, países en una situación educativa desfavorecida y cuyos habitantes abandonan sus estudios a muy temprana edad para trabajar. Es posible que lo que percibamos sea precisamente eso, la triste realidad. Sin embargo, resaltando una vez más lo que escribí al principio de este texto, la falta de acceso a la lectura y escritura no supuso para mis abuelas una gran diferencia a la hora de escribir bien o mal. Además, también comenté que en mi entorno, con un acceso a la cultura y educación similares a la mí, este problema también se resistía. Supongo que la falta de interés por escribir bien y el interés desmesurado por ser escuchados es lo que nos está llevando a este desequilibrio entre la cantidad y la calidad. Abres la aplicación, escribes y envías. Fin. Has dicho. Y lo más importante, has sido rápido. En la era de la inmediatez, si no lo has publicado ya, ni te molestes en hacerlo.
Herramientas para escribir bien.
La inmediatez es el néctar de las redes sociales y el abono de las faltas ortográficas y errores gramaticales, incluso cuando la tecnología, te apoya para evitarlo. Porque la tecnología nos apoya. Autocorrectores, marcas que identifican errores, sugerencias, diccionarios, webs de ortografía y gramática al alcance de un clic, etc. Nos estamos quedando sin justificación para escribir mal. Tampoco digo que haya que abandonarse a estas herramientas digitales de corrección ortográfica pues, no son infalibles y a veces marcan gazapos donde no los hay. Y tampoco estamos hablando de faltas de ortografía y gramática puntuales. TODOS LAS TENEMOS. Incluso cuando te las están marcando tu cerebro, te juega una mala pasada porque, se conoce esa palabra y decide que la vas a ver bien escrita cuando en realidad está mal.
Pero no hablamos de cosas puntuales, sino de tuits con más de cinco faltas ortográficas. Eso no es por fallo del corrector, es porque pasas de lo que te señalan insistentemente en rojo chillón. Ni te molestas. En definitiva, es abandono personal. Cuando un alumno mío escribe un guión de cómic con muchas faltas de ortografía, trato de corregirlas pues, estamos en un ámbito académico de aprendizaje y la escritura en cómic, es tan importante como el dibujo. Puede esconder detrás la persona algún tipo de trastorno, por lo que siempre debes ir con delicadeza y no entrar al trapo. Corregir sí, pero con humildad. Tampoco se va a acabar el mundo por ello. Sin embargo, entre todos los motivos que puedo encontrarme: alumno/a extranjero, edad de aprender a leer y escribir, querer acabar rápido lo que escriben, etc. Los motivos que más rabia me da es: la falta de interés, el abandono, la pereza, las excusas…
El mal hábito hace las faltas de ortografía y gramática.
A través de la escritura cuentas cosas pero a través de la ortografía y gramática los lectores también interpretan. Interpretan que detrás de esas palabras hay una persona que se abandona, que no tiene interés ni ánimo por hacerlo mejor. Ni fuerza para intentarlo.
Es posible que no sea real, pero es lo que transmites
¿Hay algo más importante que ser? Sí, parecer. Da igual lo que cuentes si tus palabras dicen otra cosa. Comprendo que, cuando mantienes una conversación escrita, el ritmo de escritura, análisis y corrección rápidos, da cierta pereza ser gramaticalmente correcto pero el hábito hace a la buena escritura. Es un ejercicio constante basado en leer, borrar, escribir, leer, borrar, escribir… Repito, no hablamos de faltas puntuales por escribir rápido, ni que el corrector te ha jugado una mala pasada, ni de faltas que solo un experto en la escritura podría saber… Hablamos de escritura y contenido popular. Solo conseguirás mejorar si adquieres el hábito de la buena escritura en medios tan frecuentes hoy en día como las redes sociales.
Falsa superioridad ortográfica.
¿Las faltas de ortografía y gramática nos da derecho a hundir en la miseria a las personas que las cometen? NUNCA. Es importante mantener siempre una posición de comprensión, reflexión y análisis. No sabes los motivos por los cuales esas personas escriben mal. Como he dicho anteriormente quizás, las persona sufra algún trastorno, viva una situación de educación desfavorecida o incluso que haya tenido un mal día. No dilapidar sin piedad por sentir una falsa superioridad con poder para posicionarte por encima de los demás acosando hasta la humillación.
Mantener la cordialidad y el respeto con críticas constructivas y didácticas, ayudará de forma activa y positiva a mejorar la educación y cultura de la sociedad. no hace falta que en las redes o grupos de Whatsapp corrijamos en público. Podemos hacerlo por privado y siempre, con el máximo de los respetos. De esta forma, todos podemos aportar un granito de arena en la enseñanza, insistiendo en la idea de mejorar la escritura no solo como medio de comunicación, sino también como medio de ser. De ser mejor para mí y para los demás. Ese, era el principal objetivo en la vida de mis abuelas y lo que siempre recordaré de ellas.