Mi jovencísima alumna T.

Es una niña de 6 años que tiene un marcado carácter independiente y de muchísima curiosidad. Tiene interés y, sobre todo, le gusta desarrollar sus habilidades. Me recuerda a mi sobrina G. que tiene un año menos que ella, pero ambas remarcan su rechazo a que les ayuden o que impidan que sean ellas las que desarrollen la actividad por sus propios medios.Se niegan a que les quiten la oportunidad infantil de experimentar -aunque sea mal- por la necesidad adulta de que lo hagan bien. Ellas te hacen notar cuando estás practicando una tipo de docencia tóxica: la docencia invasiva.

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Mi mayor reto como docente.

Es encontrar ese límite de la enseñanza. El hecho de llamarte profesor, docente o maestro, no significa que tengas que enseñarlo todo. A veces es más importante destacar aquellas cosas que los alumnos han coseguido por sus propios medios, escuchar sus sugerencias, apuntar sus ideas y entender su forma de pensar.

Es una labor que exige paciencia, capacidad de observación, de comprensión y dejar espacio entre el alumno y tú. Algo que escasea en el ámbito educativo.

La docencia invasiva.

Me he dado cuenta de la poca paciencia que tenemos los profesores. Ya sea en el ámbito público como en el privado. Al final manda el tiempo. Qué es oro. Si. Y eso es lo que manda realmente. Si puedes aprenderlo en tres semanas ¿Por qué vas a hacerlo en tres meses? Menos tiempo, menos dinero y antes podemos aplicar nuestro aprendizaje y empezar a ganar dinero con los nuevos conocimientos. Cuando eres adulto esta fórmula puede funcionar. Pero no cuando eres niño.

El aprendizaje del niño/a no es solo de contenidos, es un desarrollo completo de conocimientos y de personalidad.

El aprendizaje rápido, exige que no dejemos que sea el niño/a el que nos enseñe lo que él mismo va comprendiendo, aprendiendo y entendiendo. Se lo diremos nosotros, lo haremos nosotros por ellos, se lo explicaremos todo invadiendo su mente y así, evitaremos perder el tiempo.

El aprendizaje activo.

Depende del espacio que estemos dispuestos a dejar entre el alumno y el docente, hay muchos contenidos que los descubrirá el alumno -con un aprendizaje activo- o se lo enseñaremos los profesores -con un aprendizaje pasivo-. Sin embargo, los niños, no solo están aprendiendo contenidos, están desarrollando su personalidad, sus emociones y sentimientos. Es importante fomentar momentos para desarrollar todo esto a través de sus propios logros aplicando una docencia menos invasiva.

Un ejemplo.

Os expondré una anécdota que ha subrayado un momento de docencia invasiva. La llamo El Caso Del Dado Bailarín. 

T está desarrollando un albúm ilustrado. Un cuento cuyo protagonista es un dado bailarín e imprudente que sufre un accidente. El diseño del personaje que desarrollo T era de líneas rectas, formas cuadradas y color violeta. En cada paso que dábamos, yo le decía como tenía que hacer las cosas pero, durante el desarrollo del guión técnico, pasó algo. Mi alumna me sugirió escribir las letras del cuento con formas cuadradas. Según ella, porque el dado era cuadrado y las letras quedaba mejor así. De forma totalmente intuitiva, T quería adaptar el diseño tipográfico al Concept Art. Algo que me sorprendió porque es muy pequeña para tener una forma de pensamiento en diseño tan complejo. Fue ella quien lo eligió y además justificando su respuesta. Mi reacción a la propuesta de fue apreciar su acierto y darle valor.  Como docente tengo que saber escuchar para crear una docencia recíproca. Hay corregir errores pero sobre todo hay que apreciar los aciertos. De este momento, T se llevará para ella una confianza reforzada, una personalidad independiente y carácter para seguir creando.

Nadie es igual.

Fue en ese momento cuando me di cuenta que, durante el proceso, yo le indicaba todo lo que tenia que hacer y no dejaba espacio a que ella pensase cómo lo quería hacer. No le preguntaba. Solo entendía que ella no sabía y yo si. Que mi labor en este caso era volcar mis conocimientos para que ella los tuviese. Es decir, practicaba docencia invasiva una forma de enseñar en la que el alumno aprende de forma pasiva. Pero  Hay que aprender a dejar a respirar al alumno  para que trate de Llegara por sus propios medios. Sin necesidad de intervenir de forma invasiva. Con una enseñanza que convierten el aprendizaje en algo activo para el alumno. No debemos dejar que se frustren si no lo consiguen, pero preguntar si necesitan ayuda o si quieren que se lo enseñes, ya es una muestra de respeto hacia la persona, antes de entrar precipidadamente invadiendo su desarrollo. De esta forma aprendamos y dejemos aprender.