Críticas personalizadas.

Pasas la última página leída del libro, lo cierras y… ¿ya está? ¿Ahí termina nuestra relación con el libro? ¿Podríamos hablar sobre el contenido? ¿Sacamos algún análisis personal? Somos personas leídas pero ¿Leemos bien? No recuerdo que en la escuela e instituto nos preguntasen opiniones personales sobre nuestras lecturas. Solo los datos genéricos: introducción, nudo, desenlace, argumento, protagonista, antagonista, trama principal, objetivos y análisis de la obra ¿Es eso lo más importante de un libro?

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¿Leemos bien?

Nadie va a valorar el libro de ninguna forma sorprendente si todos analizamos de forma genérica. Por eso es tan importante que en los centros de formación, además de enseñar a analizar un libro desde un punto de vista formal, también deberían enseñar a expresar nuestro propio pensamiento crítico sobre qué te transmite el contenido del libro. Si no lo hacemos ¿Qué importa tu lectura si al final todos vamos a decir lo mismo sobre ella? La relación libro y lector debería ser recíproca. Si una lectura germina un pensamiento diferente de cada persona que lo ha leído, podríamos reconocer que, no solo ha leído bien sino que, además, esa lectura ha trascendido al papel.

Tu propia lectura.

Si todo transcurre como debería de ser, cuando lees un libro, debería de convertirse en tu libro. La diferencia estriba no solo en lo que esas páginas llenas de palabras te aporta a ti, sino en lo que tú aportarás a la obra cuando hables sobre ella. Si este transbordo no existe, puedes pasarte la vida leyendo que no serás más culto ni aprenderas más por ello. Es a través de las interpretaciones, reflexiones, críticas y opiniones personales y originales, como el contenido toma forma más allá del libro. Es la lectura que cada uno hace.