Cuando pienso en mis cosas favoritas
mi mente se llena de imágenes, sonidos y olores como
El amanecer, la libertad, la luna y las estrellas,
La emoción, el entusiasmo, la alegría y la risa.
El narciso, los campos llenos de chuchameles,
Las mimosas, las campanillas, Las lágrimas de san Lorenzo.
Las margaritas,
Las cañas de bambú, las cañas indias, el bosque.
La música, el piano,
los rayos de sol a través de las hojas de los árboles,
la nieve en los árboles.
El sonido de la naturaleza,
el de las olas y el de un paraje lleno de nieve.
El sonido bajo el agua, el de la lluvia,
el eco en el río y el canto de la rula en primavera.
El silencio.
El olor a hierba recién cortada,
el del verano y a libro nuevo;
el olor de las hierbas de San Juan
y el de la resina de los árboles;
el olor tras un día de tormenta,
el del campo después de la lluvia.
La oscuridad de una noche estrellada,
la sombra de los árboles un día de verano
y la del agua y el brillo.
El calor de las llamas, sus colores y formas, el calor del sol.
El color de las nubes al ponerse el sol, el de los árboles en otoño
y sus hojas caídas.
El sabor de madre selva,
el de la fresa, la sandía y las cerezas.
La tranquilidad, la seguridad, el anonimato.
La fantasía, la plata.
Perderme en el bosque, columpiarme bajo los árboles,
dormir en la hamaca bajo un viñedo.
Mirar al cielo flotando en el mar, mirar al cielo tumbada en la hierba.
La tormenta desde la ventana, el viento un día nublado de otoño,
la calma tras la tormenta.
Esconderme entre la hierba, entre el maizal, entre la gente.
Caminar sin rumbo, pensar caminando.
Sus besos y abrazos.
Las caricias en la espalda, las noches creativas.
Desayunar al amanecer.